Revista Comarcal

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EDITORIAL 31

¡JODER, QUÉ TROPA!

Al señor alcalde de Boca le dieron una “patada en el Gal” nada más empezar el verano. Una patada de esas que son las que más duelen, las de los propios, si es que Tomás de la Sierra se puede considerar plenamente del PP tras haberse probado previamente otros trajes de corte leonesista como alcalde. Visto así, es posible que se trate simplemente de la aplicación de una máxima del tipo Roma no paga traidores, aunque lo que más parece es la puesta en práctica del Quítate tu pa’ ponerme yo.

Sea cual sea el precepto aplicado en la defenestración del regidor de La Villa como presidente del Grupo de Acción Local de Riaño, el hecho es, políticamente hablando, grave de narices y bastante esclarecedor sobre la calidad democrática en que está inmersa la Comarca, a poco que se esté al corriente. La gravedad de lo ocurrido no reside en que fuese importante o no que Tomás de la Sierra siguiera al frente de ese colectivo que tanta pasta maneja sin que casi nadie sepa en qué. No, no es eso. Su gestión no le avala para tanto.

Lo realmente grueso, explicativo y… lamentable, es comprobar como el dichoso GAL, un órgano colegiado y teóricamente independiente, de corte privado y con la influencia de los políticos limitada por la propia Ley que rige su funcionamiento, está sujeto a influencias mucho más típicas del caciquismo del siglo XIX que de una democracia del siglo XXI, cosa que muchos de sus propios miembros-socios no dudan en confesar a poco que se les dé la oportunidad de justificar su cambio de opción de última hora. ¡Un auténtico nido de héroes!

Tampoco es menos relevante, por lo que tiene de demostrativo, el comportamiento silencioso y sumiso de, no ya todos, pero sí al menos 270 vecinos del municipio de Boca de Huérgano que auparon a De la Sierra a la alcaldía de forma inapelable poco más de un año antes y que ahora se han quedado silbando y mirando para La Rasa mientras su representante era fulminado por sus hermanos de partido, al tiempo que brindaban con una copa de Vega Sicilia.

¡Joder, que tropa! que diría el conde de Romanones.