Revista Comarcal

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PANDEMIA

La realidad se nos impone, y aunque pueden estar saturados de la atmósfera que nos envuelve, dominada por la pandemia, que –ingenuos– nadie consideró que pudiera llegar a nuestros civilizados, desarrollados, prósperos países de occidente, pues siempre que nos llegaban noticias de pestes, ocurrían –el dengue, el ébola, paludismo, hambrunas– en el África negra, lejos, en todo caso, nos hace reconsiderar nuestro sistema de vida.

Mirando a nuestro ámbito comarcal, objeto de las preocupaciones de esta Revista, las incidencias del fenómeno han sido, si no nulas, sí muy limitadas. Alguna ventaja deben tener las comarcas que, como la nuestra, ya vivían en una especie de confinamiento sin necesidad de decretos, máxime en la época en la que se detectó la pandemia. Lo cual nos muestra que, el virus se ha cebado en los núcleos de población donde hay hacinamiento, en nuestras ciudades, a donde el sistema ha obligado a emigrar a la población. Imposible frenar contagios en una ciudad donde cada día viajan hacinados en metros u otros transportes urbanos hasta dos millones de pasajeros diariamente, según leemos en la prensa. Y hacinados, obliga nuestra sociedad, a vivir a los viejos –llamados ahora personas de la tercera edad–, cinco palabras para evitar la palabra “viejo” o “anciano”, porque en las ciudades no se pueden permitir las familias, bien por falta de espacio en mínimas viviendas, bien porque todos los miembros de la familia deben salir a trabajar para subsistir, cuidar al anciano en su entorno familiar.

Volvemos ahora, desde hace un par de semanas, a lo que el gobierno –impropiamente pienso– ha llamado “nueva normalidad”. La normalidad, lo normal, es lo que viene ocurriendo desde siempre. Como que amanece cada día, o que hace calor en verano y frío en invierno, o que poca gente llega a los cien años. No puede haber una normalidad a estrenar, nueva. Lo real es que vivimos una situación no normal, nueva. Sospechamos del recién venido de ciertas zonas a nuestros pueblos, sea o no pariente. Hemos de guardar distancias prudentes unas personas de otras, ni estrechar la mano para saludar es aconsejable. Esto sí es nuevo, pero no es normal, de momento. Si en el transcurso del tiempo pasa a ser normal, viviremos en otra sociedad distinta. Esperemos que los visitantes no cambien el panorama sanitario de la comarca ni la saquen de la normalidad antigua, no nueva.